Discursos

Evolución del sistema internacional de comercio y sus tendencias desde una perspectiva de desarrollo

21 septiembre 2015
ITC Noticias
Discurso pronunciado por la Directora Ejecutiva del Centro de Comercio Internacional (ITC), la Sra. Arancha González, durante el 62° período de sesiones de la Junta de Comercio y Desarrollo de la UNCTAD en Ginebra, el 21 de septiembre de 2015

Sr. Mukhisa Kituyi, Secretario General, UNCTAD
Sr. Roberto Azevedo, Director General, OMC
Sr. Embajador Alberto P. D’Alotto, Presidente de la Junta de Comercio y Desarrollo
Señoras y Señores:

Dentro de unos pocos días, los gobiernos de todo el mundo están llamados a adoptar una nueva agenda mundial para el desarrollo sostenible.

Hemos oído el adjetivo "transformadora" en numerosas ocasiones este año, y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible bien merece tal calificativo. Reúne la ambición y el potencial necesarios para transformar nuestras economías y nuestras sociedades. Podría guiarnos en el diseño de políticas que redujeran nuestra huella ambiental colectiva y confirieran oportunidades y un sentido de igualdad y dignidad a las numerosas personas que han quedado al margen de nuestra creciente prosperidad.

Si se alcanzaran los objetivos de lograr la igualdad entre los géneros y reducir la desigualdad en y entre los países, miles de mujeres, jóvenes y comunidades marginadas podrían hacer pleno uso de sus conocimientos y convertirse en verdaderos actores económicos.

Para que las promesas asociadas con estos nuevos objetivos mundiales se hagan realidad, será necesario que nos resolvamos a formular políticas y las apliquemos en todos los niveles de gobierno. Pero no será tan sencillo como seguir las instrucciones al pie de la letra. Será necesario realizar cambios fundamentales en el modo en que el sector privado comercia: desde las inversiones y la contratación hasta el modo en que se adquieren los bienes y servicios. Nosotros, como consumidores, también debemos tomar decisiones más responsables. De algún modo, la agenda para después de 2015 representa nuestro propio compromiso de proteger este mundo para las futuras generaciones.

Para financiar una transformación sostenible, será necesario realizar cuantiosas inversiones iniciales. Pero serán cantidades pequeñas en comparación con los costos a largo plazo que tendremos que asumir si continuamos actuando como siempre.

En la reciente conferencia sobre financiación para el desarrollo que se celebró en Addis Abeba se insistió en que este tipo de financiación debe adoptar ahora diferentes formas. La tradicional ayuda al desarrollo continúa siendo esencial, en particular para los países menos adelantados, los pequeños Estados insulares en desarrollo, las economías pequeñas y vulnerables, los países en desarrollo sin litoral, los Estados frágiles, y aquellos que salieron recientemente de una situación de conflicto. Los donantes deben trabajar para cumplir sus objetivos de asistencia y, cuando sea posible, superarlos. Y los países en desarrollo que gozan de economías más fuertes también deben participar en el fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur.

Al mismo tiempo, todos los países, desarrollados y en desarrollo, tendrán que afanarse por movilizar recursos internos, y con esto me refiero a regímenes fiscales más justos, equitativos y eficaces, así como adoptar medidas concretas para luchar contra la fuga de capitales. Aquí me gustaría hacer referencia al liderazgo intelectual de la UNCTAD en materia de inversiones y a la reducción de la evasión de impuestos que se asocia con ello. La tercera parte de este rompecabezas es el sector privado.

Al igual que ocurrió con los Objetivos de Desarrollo del Milenio en los últimos 15 años, es probable que los Objetivos de Desarrollo Sostenible impulsen nuevas ideas y movilicen suficiente financiación para lograr los objetivos definidos. Y esta es una buena noticia. Los nuevos objetivos mundiales también alentarán nuevos estudios de peso sobre cómo vigilar y evaluar nuestro avance del mejor modo posible. Al fin y al cabo, no podemos evaluar lo que no vigilamos y no podemos controlar lo que no evaluamos. Este aspecto es esencial para maximizar los resultados de los recursos limitados de que disponemos y para realizar cambios cuando sea necesario.

A pesar de ello, no basta con disponer de financiación y buenas evaluaciones. Necesitamos concertar asociaciones efectivas entre los gobiernos del Sur y del Norte, la sociedad civil y las empresas para aprovechar hasta el último céntimo de la ayuda, los impuestos y las inversiones privadas, y maximizar así los efectos en términos de desarrollo.

También debemos hacer más esfuerzos de los que hemos hecho hasta ahora por mejorar la cooperación multilateral. No lograremos alcanzar los objetivos compartidos en materia de seguridad alimentaria, conservación del medio ambiente o estabilidad y crecimiento económicos sin una coordinación eficaz de las políticas a nivel internacional.

Uno de los documentos de antecedentes de esta reunión hacía referencia a la integración comercial sin precedentes que estamos viviendo. Permítanme añadir que esta integración no se limita a bienes, servicios e inversiones; hoy en día, los contaminantes, las enfermedades y el desarrollo macroeconómico también cruzan las fronteras con mayor o menor frecuencia.

Hace tan solo unos días, vimos a los formuladores de políticas, desde Myanmar hasta Marruecos, pendientes de cada palabra que pronunciaba la Reserva Federal de los Estados Unidos. Y vimos que los bancos centrales de los Estados Unidos son plenamente conscientes de que para generar empleo y estabilizar los precios en su país ahora también deben pensar en el modo en que sus decisiones sobre los tipos de interés afectan al resto del mundo.

La Conferencia de las Partes en París, con motivo de la Cumbre del Clima, y la Conferencia Ministerial de la OMC en Nairobi son importantes, pero no solo por los acuerdos que esperemos que alcancen, sino también por el mensaje que enviarán al mundo sobre nuestra firme intención de trabajar juntos para depurar nuestras economías y aplicar políticas comerciales más abiertas y orientadas al desarrollo.

Señoras y señores, solo alcanzaremos los objetivos de reducción de la pobreza, sostenibilidad e inclusión que contempla la agenda para el desarrollo después de 2015 si lo hacemos juntos; si no, no los alcanzaremos.

El comercio, como ya saben, es un importante impulsor del crecimiento y la transformación estructural. La participación activa en el comercio internacional de bienes y servicios de valor añadido ha sido una parte esencial de las actividades comerciales de cualquier país que haya logrado mantener un ritmo de crecimiento alto durante el tiempo suficiente para que se notara en la calidad de vida de las personas.

Todas las personas de esta sala coincidirán en que los países que han obtenido los menores resultados en términos de desarrollo humano en los últimos decenios son precisamente aquellos a quienes se ha marginado en la economía global. Por esta razón, nos complace que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconozca el comercio como un "motor del desarrollo". Mientras que la Declaración del Milenio mencionaba la palabra "comercio" 2 veces, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible lo hace 16 veces. Y no se trata simplemente de una cuestión de números. El cambio refleja una mejora en la comprensión de que el comercio debe interactuar con otros ámbitos de nuestras economías y sociedades a fin de impulsar un cambio transformador. Permítanme ofrecerles algunos ejemplos:

El aumento de la ayuda para el comercio y el Marco Integrado Mejorado están directamente relacionados con el objetivo de promover "el empleo pleno y productivo" para todos.

La Agenda reconoce explícitamente la necesidad de empoderar económicamente a las mujeres para conectar a las PYME y las pequeñas agricultoras con los mercados.

La Agenda hace un llamamiento a la apertura del comercio, la reforma de las subvenciones a la pesca y la agricultura, y la promoción de un sistema de comercio multilateral reforzado que se integre plenamente en el marco de la OMC.

Otros objetivos, como la industrialización sostenible, guardan una estrecha relación con el comercio. Prácticamente todas las economías prósperas del siglo pasado han recurrido a la demanda externa para que las personas y los capitales remplazaran los trabajos de subsistencia por actividades más productivas.

Sin embargo, si bien la atención que la Agenda presta al comercio resulta alentadora, las recientes noticias en este ámbito no lo son tanto. El crecimiento del comercio, incluso del comercio Sur-Sur, se ha ralentizado, tal como nos han advertido recientemente los estadísticos de la OMC y los analistas de la UNCTAD. En parte, es una cuestión cíclica. El crecimiento de la producción puede parecer débil incluso en mercados emergentes. Ahora sabemos que, en parte, se debe a una razón estructural: los estudios han demostrado que una de las razones por las que se ralentiza el crecimiento comercial es sencillamente que las cadenas de valor han madurado. Actualmente, más países en desarrollo pueden conseguir en su territorio componentes que antes debían importar.

Sin embargo, existen razones para creer que un crecimiento comercial más lento podría dificultar el disfrute de las mejoras en términos de eficiencia que traen consigo una mayor especialización y un mayor alcance comercial. Esto solo refuerza los argumentos a favor de realizar intervenciones en el lado de la oferta para que los países y las regiones que hasta ahora no habían sido plenamente integrados en las cadenas de valor internacionales se integren mejor en la división mundial del trabajo. Y aquí me refiero fundamentalmente a África, pero también a América Latina y el Caribe, a Asia Meridional y el Pacífico, y a Asia Central.

Se trata de facilitar que las nuevas y antiguas empresas puedan aumentar su productividad y conectarse con las cadenas de valor. Se trata de impulsar el valor añadido en el sector de la agricultura, que sigue empleando a la mayoría de las personas más pobres de este mundo.

Conectarse con las redes de comercio internacional, sin embargo, no es un fin en sí mismo. Lo que importa es crear más y mejores empleos, en especial para los grupos de la sociedad que más lo necesitan. Y aquí es donde las pequeñas y medianas empresas, o PYME, entran en escena.

Las PYME representan el mayor porcentaje de creación de empleo en prácticamente todos los países: más del 70% de los empleos de todo el mundo. Cuando las PYME pueden acceder a financiación, crear competencias y habilidades comerciales, aumentar su competitividad y conectar con los mercados internacionales, es decir, cuando las PYME comercian, generan más y mejores empleos. Estos empleos ayudan a distribuir las ganancias del comercio entre segmentos más amplios del mercado de trabajo de cada país.

Los hallazgos del nuevo informe anual emblemático del ITC, el "SME Competitiveness Outlook" [Perspectivas de competitividad de las PYME], brindan argumentos sólidos para creer que las PYME constituyen el eslabón perdido del crecimiento inclusivo. La primera edición del informe, titulada "Connect, Compete, and Change for Inclusive Growth" [Conectar, competir y cambiar por un crecimiento inclusivo], se presentará aquí en Ginebra el 14 de octubre.

Sin revelar todo el contenido del informe, les comentaré que en él se señala que la brecha de productividad entre las PYME y las empresas más grandes es mayor en los países en desarrollo que en los países desarrollados. Y que, si esta brecha se cerrara, se podría lograr una distribución más equitativa de los ingresos porque las personas que ganan los salarios más bajos suelen trabajar en las empresas más pequeñas. El informe se refiere a cómo las PYME pueden internacionalizarse "con elegancia" y evitar quedar atrapadas en el extremo inferior de las cadenas de valor. Asimismo, examina los diferentes determinantes de la competitividad de las PYME y aporta datos sobre los factores que disuaden a las PYME en diferentes lugares del mundo.

Están todos invitados a participar en la presentación del informe.

Me gustaría, ahora, referirme a otra fuerza esencial para lograr un crecimiento inclusivo: las mujeres.

Los argumentos a favor del empoderamiento económico de la mujer no se limitan a los dividendos sociales. En sectores tan diferentes como la agricultura y la ingeniería, una mayor diversidad de géneros se correlaciona con una mayor productividad. Y en un mundo en el que aproximadamente 1.000 millones de mujeres podrían estar contribuyendo con mayor empeño al fortalecimiento de las economías de sus países, si se les permitiera hacerlo o se las formara para ello, cerrar la brecha de género equivaldría a añadir una nueva China o una nueva India a la economía mundial.

Hoy en día, en más de 100 países, las mujeres tienen prohibido realizar ciertas tareas tan solo por su condición de mujer. Sencillamente, no podemos permitirnos mantener las barreras jurídicas, financieras y sociales que impiden que las mujeres se incorporen a la fuerza de trabajo como empresarias o empleadas.

El comercio constituye un importante vehículo para el empoderamiento económico de la mujer, pero solo si las mujeres logran conectarse a los mercados como empresarias, empleadas, productoras y consumidoras. Si bien casi el 40% de las PYME de todo el mundo son propiedad de una mujer, las encuestas de empresas del ITC en 20 países en desarrollo sugieren que aproximadamente solo un quinto de las empresas que participan en el comercio están lideradas por mujeres.

La principal prioridad del ITC es aumentar estas cifras y facilitar las conexiones. Por esta razón, organizamos a principios de mes la Exposición y Foro de Mujeres Empresarias en Sao Paulo, para poner en contacto a las empresas de mujeres con proveedores. Las reuniones entre empresas que se celebraron con motivo de la Exposición generaron más de $EE.UU. 20 millones en acuerdos provisionales.

Estamos trabajando para que las empresas de mujeres obtengan una mayor cuota en los mercados multimillonarios de adquisiciones públicas y privadas. Este verano, junto con Google y la empresa brasilera de tecnología CI&T, solicitamos a informáticos de todo el mundo que desarrollaran una plataforma digital para ayudar a millones de empresas de mujeres a conectar con posibles compradores. Una joven de Kenya ganó el Tech Challenge, el concurso tecnológico, y ahora trabaja con nosotros para presentar la aplicación durante la Conferencia Ministerial de la OMC en diciembre.

En Sao Paulo, ese mismo mes, hicimos un llamamiento a la acción para que, antes de 2020, un millón de empresas de mujeres estuvieran conectadas con los mercados. Esto solo funcionará si es fruto de una labor colectiva.

El ITC está haciendo su trabajo. Hemos prometido que el 40% de nuestro trabajo, desde la inteligencia de mercado hasta la penetración en el mercado, beneficiará a las mujeres. Animo a todos los presentes a asumir compromisos y a compartirlos en el evento "Women in Business" que organizan el Gobierno de Kenya y el ITC el 14 de diciembre, la víspera de la Décima Conferencia Ministerial de la OMC.

Faltan menos de 100 días para que se celebre la Conferencia Ministerial. Y quisiera reiterar el apoyo del ITC para que se obtengan resultados positivos en Nairobi, en especial para los países menos adelantados. No nos podemos permitir que el tren de la OMC se detenga en cuanto abandona la estación de Nueva York.

El ITC no dispone de una receta mágica sobre qué deben hacer los Miembros de la OMC en Nairobi o en el futuro. El papel del ITC no es aconsejar a los Miembros. Los Miembros deben tomar sus propias decisiones. Nuestro papel consiste en proporcionar análisis objetivos y transparentes que contribuyan a crear un ambiente de confianza y consenso.

Consiste en llevar a cabo estudios técnicos cuando así se nos solicita, como lo hicieron algunas economías pequeñas y vulnerables recientemente.

En calidad de agencia conjunta de las Naciones Unidas y la OMC encargada de tender lazos con el sector privado, nuestro papel consiste en poner sobre la mesa las perspectivas comerciales existentes. Nuestros programas y proyectos responden a las observaciones de las empresas sobre los factores que hoy en día afectan a sus esfuerzos para expandirse a nivel internacional.

Continuaremos trabajando en más de 40 países en desarrollo y países menos adelantados para aplicar el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, como hemos hecho con Mauricio, Nicaragua y Níger, que ya lo han ratificado, para que el Acuerdo pronto entre en vigor.

Continuaremos apoyando la adhesión de nuevos miembros a la familia de la OMC, como hemos hecho con Liberia y Afganistán, y esperamos que a ellos se unan pronto Kazajstán y otros, como las Comoras, Etiopía y Sudán.

Continuaremos esforzándonos para que las PYME aprovechen el potencial del comercio electrónico y se conviertan así en "micro multinacionales"; continuaremos prestando asistencia al comercio de servicios —a través, por ejemplo, del informe que presentamos la semana pasada en colaboración con la OMT sobre comercio y turismo— a fin de maximizar la contribución de este sector al desarrollo sostenible; y continuaremos dando a conocer las normas privadas sobre comercio, por ejemplo, a través de una nueva iniciativa del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, que se presentará la próxima semana, para fomentar cadenas de valor más sostenibles y ayudar a los gobiernos a comprender el modo en que las medidas no arancelarias afectan a las empresas.

El ITC está dispuesto a colaborar en todo lo posible con las delegaciones y los gobiernos para que los resultados de la Conferencia Ministerial y el 14° período de Sesiones de la UNCTAD sean positivos.

Muchas gracias por su atención.