ITC Impact: Kenya
al cambio climático
Muchos de los dos millones de cultivadores de té de Kenya luchan contra las altas temperaturas y las
lluvias irregulares que produce el cambio climático. "Cuando empecé a cultivar té, las cosechas eran
cuantiosas, pero con los años la cantidad fue menguando", comenta Joyce Njeri Muchina, una
cultivadora de té de Makomboki, a 90 kilómetros al norte de Nairobi. En épocas de calor, "el agua
condensada que cae sobre el té quema las hojas", explica.
Un proyecto del ITC está ayudando a los agricultores a adaptarse a las consecuencias del cambio
climático y a reducir las emisiones de gas invernadero a lo largo de la cadena de valor. El proyecto
está financiado por los Gobiernos de Dinamarca y Noruega y lo ejecutan de manera conjunta la
asociación Ethical Tea Partnership (ETP) y la Agencia para el Desarrollo del Té de Kenya (KTDA, por
sus siglas en inglés).
Como resultado de su participación en el proyecto, que comenzó en 2012, Muchina ha aumentado sus
ingresos anuales un 20% y también ha reducido los gastos en combustible. "Pude mantener a mis hijos
en el colegio, ahora compro ropa más seguido que antes y me he comprado una vaca lechera",
comenta. Kenya es el mayor exportador de té negro del mundo. Sin embargo, la reducción de la
cosecha debido al aumento de las temperaturas está amenazando el sector y, con ello, los medios
de subsistencia de tres millones de personas.
"Si seguimos así, es posible que en los próximos 20 o 30 años ya no tengamos té", comenta Jane
Ntambura, coordinadora de proyectos de la asociacion ETP. "El sector del té y las infusiones se ha visto
muy afectado por el cambio climático y esto significa que la productividad ha disminuido", añade.
Aunque los ingresos de Muchina han aumentado en los últimos dos años, siguen estando por debajo
de lo que estaban antes de que comenzara a percibir las consecuencias del cambio climático.
Muchina fue uno de los 5.600 agricultores que se beneficiaron de los programas de formación del ITC.
Muchos de los participantes eran líderes comunitarios que más tarde trabajarían con otros agricultores
de su pueblo, transmitiéndoles las técnicas y los conocimientos adquiridos mediante la formación
impartida por el ITC.
"Recibí formación sobre el cambio climático. También aprendimos cómo garantizar la seguridad
alimentaria y cultivar té de manera sostenible", explica.
Más importante aún fue la formación que recibieron sobre técnicas de riego por goteo, que requieren entre un 30% y un 70% menos de agua que los métodos tradicionales, según explica Joseph Gitau, un formador de la Agencia para el Desarrollo del Té de Kenya: "Existen muchos métodos de cultivo, y los que utilizábamos necesitaban mucha agua. Como los ríos se están secando debido a la deforestación, hemos pensado que sería sensato enseñarles a los agricultores métodos de cultivo en los que se utilice menos agua".
Mary Njenga, una científica especializada en medioambiente y bioenergía cuya familia cultiva té en la zona, ha alabado el trabajo de formación del ITC y le ha agradecido por relacionar de manera eficaz el cambio climático con el funcionamiento de las fábricas de té y los beneficios económicos y medioambientales derivados del ahorro de energía. "[El ITC] está haciendo un buen trabajo con las fábricas de té al ayudarlas a utilizar la energía de manera más eficiente, lo que no solo contribuirá a mitigar el cambio climático y a adaptarse a él, sino también a mejorar los ingresos de los agricultores", comenta.
Reducción de las emisiones de gas invernadero
El proyecto del ITC también ha fomentado la creación de capacidades para implementar estrategias de
mitigación del cambio climático, lo que ha permitido reducir la huella de carbono asociada a la
producción de té.
Los compradores de los mercados occidentales cada vez piden más té de origen sostenible. Como
consecuencia, lo que antes se consideraba una cuestión puramente medioambiental también se está
convirtiendo en una exigencia del mercado: para mantener y expandir sus mercados de exportación, las
fábricas de té keniano deben demostrar que son sostenibles y que su huella de carbono es reducida y,
tarde o temprano, conseguir un certificado de sostenibilidad ambiental.
Gracias al proyecto, las fábricas y los agricultores que las abastecen están tomando medidas basadas
en las auditorías energéticas que se preparan en el marco del proyecto. La fábrica de té Makomboki,
por ejemplo, recibió un certificado tanto de Rainforest Alliance como de Flo-Cert tras haber atendido a
las recomendaciones de la auditoría. "Con respecto al cambio climático, hemos creado lo que
llamamos cobertizos de leña para poder secar la madera antes de quemarla", comenta el coordinador
de servicios de la fábrica Humphrey Maina Chiuri. Buena parte de la leña que Makomboki y otras
fábricas de té compran está húmeda, lo que produce pérdidas significativas de energía durante el
proceso de combustión. También han instalado más lámparas solares y fogones económicos. "Nuestra
fábrica ahora está certificada... y ya podemos acceder a los mercados internacionales", explica, y
también añade que el programa se extiende a los miles de agricultores que abastecen a la fábrica.
El ITC, que colabora con agricultores, empresas de té y entidades certificadoras, ha facilitado la
asociación. "Al trabajar con este diverso grupo de actores podemos asegurarnos de que estamos
proporcionando una respuesta técnica relevante, pero también de carácter sostenible", comenta Rob
Skidmore, jefe de Competitividad Sectorial del ITC.