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Más allá de la microfinanza: Creación de oportunidades para mujeres de la base de la pirámide

28 junio 2012
ITC Noticias

Le agradece por sus rodillas suaves’, dice el intérprete de swahili.

‘¿Sus qué?’, le pregunto porque tiene un acento tan pronunciado que no estoy segura de haber entendido bien.

El intérprete prueba de nuevo, esta vez señalando enérgicamente sus rodillas, mientras repite el agradecimiento de la señora, a la que añade esta explicación: ‘Gracias al préstamo de microfinanzas que le otorgó a su empresa, ya no tiene que arrodillarse ante su marido y pedirle el dinero para pagar la matrícula de sus hijos.’

Conté esa anécdota a audiencias del mundo entero para ilustrar el poder transformador de la microfinanza y mostrar que préstamos de tan poco cuantía como $EE.UU. 25 o $EE.UU. 40 pueden ayudar a mujeres pobres de todo el globo. También la conté para describir las limitaciones de la microfinanza y destacar la importancia que reviste ir más allá cuando se prestan servicios a esos 3.000 millones de personas que viven a diario con $EE.UU. 2 o menos.

Tras años de reflexión sobre aquel breve encuentro en Dar es Salaam, Tanzanía, llegué a la conclusión que no se trataba tan solo de una cuestión de rodillas suaves como había entendido en un principio; además de agradecerme, aquella madre me estaba hablando de lo que soñaba para sus hijos y describiendo la inversión que hacía en esos sueños. Al respecto, huelga decir que no fue una excepción porque las madres del mundo entero sueñan lo mismo y hacen inversiones similares en el futuro de sus hijos.

Según algunos informes, más de 800.000 tanzanos de edades comprendidas entre 15 y 24 años se incorporan al mercado de trabajo cada año, pero solo el 3% encuentra empleo en el sector formal y el 97% restante debe recurrir a la economía informal para encontrar o crear puestos de trabajo.

Más de una década después, me pregunto si la inversión de aquella mujer en la educación de sus hijos dio los resultados que ella esperaba y me preocupa que no haya sido así. Me preocupa que su empresa siga siendo una microempresa y que sus hijos formen parte de los casi 75 millones de jóvenes desempleados que hay en el mundo como se indica en el informe Tendencias mundiales del Empleo 2012, publicado recientemente por la Organización Internacional del Trabajo.

También me preocupa que el acceso a las finanzas no se combine con oportunidades de negocio escalables, porque eso significaría que los logros de la última década en lo que se refiere a ampliar el acceso al microcrédito a más de 150 millones de personas no fueron suficientes para que a largo plazo, esas mismas personas no se suman en la pobreza.

 

Microfranquicias a la manera de Avon

Un número creciente de innovadores empresarios sociales abordan ese problema creando ‘paquetes para iniciar negocios’ que se inspiran de Avon, líder mundial de la venta directa de productos de belleza. Esas franquicias o empresas de consignación muy pequeñas tienen un precio abordable para que mujeres de la base de la pirámide económica puedan adquirirlas y explotarlas. Al igual que redes de franquicias comerciales como la de Avon ayudaron a personas con poca o ninguna experiencia a ser propietarias de empresas prósperas en todas partes del mundo, las redes de microfranquicia y microconsignación podrían lograr algo similar.

Algunos de esos empresarios sociales persiguen el doble objetivo de ofrecer oportunidades empresariales a mujeres muy pobres y crear plataformas para prestar los bienes y servicios tan necesarios a comunidades pobres del mundo entero. Citemos el ejemplo de Living Goods, organización sin ánimo de lucro que opera en Uganda, fundada por Chuck Slaughter en 2007, tras haber estudiado la metodología de distribución de Avon (www.livinggoods.org). Autodenominada la 'Avon de productos para pobres,' Living Goods construyó y está ampliando la plataforma de distribución de una serie de productos destinados a combatir la pobreza y la enfermedad. Mientras que las representantes de Avon van puerta por puerta para vender rímel y lápices de labios a sus vecinas, las representantes de Living Goods venden productos como jabón, mosquiteros, alimentos fortificados y hornillos de cocina de energía limpia.

Otra empresa de África oriental que se inspiró de Avon es Solar Sister (www.solarsister.org), fundada por Katherine Lucey en 2010. Las empresarias de Solar Sister, al igual que sus colegas de Living Good van puerta por puerta, pero vendiendo productos de energía limpia como lámparas a energía solar para reemplazar velas y lámparas de kerosene. Además de dotar a sus empresarias de un paquete inicial de productos que contiene luces portátiles a energía solar, cargadores de teléfonos móviles y cargadores de radios portátiles, la empresa les imparte formación y les ofrece apoyo en marketing. Solar Sister se autodefine ‘iniciativa de creación de empleo, iniciativa de empoderamiento de la mujer, iniciativa de pequeñas empresas e iniciativa de energía limpia’. Cabe señalar que la empresa se construyó según un modelo de microconsignación, no de microfranquicia, lo que implica que sus empresarias no pagan todas las existencias por adelantado, sino solo los productos que venden.

¿Qué hacer para aumentar el número y el alcance de las redes de microfranquicia y microconsignación? Veamos tres enseñanzas extraídas de la experiencia en microfinanzas.

• Crear redes de inversión disponible que sean sostenibles desde el punto de vista financiero y operacional a todo nivel: de cada microempresario a la red en su conjunto. Tal como muestra la experiencia, las redes y los proveedores de microfinanzas solo son viables en la medida que también lo son los microempresarios a quienes prestan servicios. De ahí que la cantidad de productos y servicios deba ajustarse para luego fijar precios que los clientes puedan pagar. Además, crear redes sostenibles no solo asegura su viabilidad y longevidad, también permite aprovechar el creciente número de inversores de impacto que buscan apoyar empresas sociales al tiempo que reducen la dependencia de esas redes a fondos de un número menor de donantes.

• Medir el éxito de esas redes en forma holística y transparente, tanto en lo que se refiere a los resultados financieros como a los impactos en el desarrollo de los microempresarios y comunidades a los que prestan servicios.Cuidado con esas mediciones que incluso inadvertidamente pueden dar lugar a comportamientos y consecuencias indeseables. Las microfinanzas nos enseñan que el camino más difícil no siempre es el mejor; en otras palabras, centrarse únicamente en estimular la tasa de crecimiento de un portafolio de microcrédito puede enmascarar debilidades subyacentes de los productos y servicios. Lo mismo puede ocurrir en las redes de microfranquicia y microconsignación que anteponen el crecimiento rápido respecto al servicio al cliente o el desarrollo y la capacitación del microempresario.

• Incorporar desde un principio las protec-ciones del microempresario y el cliente en el modelo de negocio de las redes de microfranquicia y microconsignación; desgraciadamente, esas protecciones tardaron en llegar al sector de microfinanzas. De ahí que las buenas intenciones fueran una defensa inadecuada frente a las acusaciones de que en ese sector algunos se libran a prácticas de préstamo predatorias e inapropiado cobro de deudas. La experiencia de la microfinanza muestra que basta un puñado de ‘malos actores’ para empañar la imagen del sector en su conjunto. Esas inquietudes también pueden plantearse en el contexto de la microfranquicia y la microconsignación, sobre todo porque las plataformas correspondientes pueden repercutir en dos grupos vulnerables: las microempresarias que venden los bienes y servicios de la red y los pobres de su pueblo o comunidad que los compran.

 

Es probable que esas protecciones del microempresario y el cliente impulsen, por lo menos en parte, el modelo de empresa de la red, por los cual, conviene incorporarlas desde un principio. Por ejemplo, puede suceder que no proceda incluir algunos productos y servicios en el paquete inicial de la plataforma de distribución como aquellos que pueden ser diluidos, alterados o contaminados. También es probable que las protecciones del microempresario den color y forma al tipo de relación y apoyo que le ofrece la red.

Si a través de las redes de microfranquicia y microconsignación se lograra aumentar el número y el alcance para aproximarse a la impronta de la que hoy gozan las microfinanzas, la base de la pirámide de la economía mundial tendría un aspecto muy distinto. Tanto en pueblos rurales como en contextos urbanos es preciso crear nuevas oportunidades de negocio y empleo. Eso no solo permitiría que las tasas de desempleo y subempleo juvenil disminuyeran, sino también que los productos y servicios tan necesarios llegaran a las comunidades pobres, independientemente de lo aisladas que estuvieran, a través de plataformas de distribución innovadoras. Resumiendo, sería un mundo donde inversiones como la de aquella madre de Tanzanía generarían una rentabilidad
extraordinaria.