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Comercio Exterior: 20 Años Generando Oportunidades e Impulsando el Desarrollo de Costa Rica

1 décembre 2016
ITC Noticias
Comercio Exterior: 20 Años Generando Oportunidades e Impulsando el Desarrollo de Costa Rica
Arancha González - Directora Ejecutiva del Centro de Comercio Internacional (ITC)
30 de Noviembre de 2016 - San José, 
Costa Rica

Señor Alexander Mora, Ministro de Comercio Exterior de Costa Rica,
Señor Pedro Beirute, Gerente General de la Promotora del Comercio Exterior de Costa Rica (PROCOMER),
Distinguidos invitados,

Me es muy grato estar con ustedes un día tan importante como hoy para celebrar el vigésimo aniversario del Ministerio de Comercio Exterior (COMEX) y de PROCOMER.

Permítanme antes de todo expresar nuestro más sincero pesar por los efectos devastadores del huracán Otto y transmitir al gobierno y al pueblo costarricense nuestro apoyo y solidaridad.

Con veinte años uno apenas sale de la adolescencia, una época de grandes cambios. Es una etapa de transición: uno ya no es niño; pero tampoco es aún un adulto.

Llegar a la adultez implica tomar las riendas de su propio destino; elegir la senda por la que se ha de caminar. Pero como dice un dicho en España “la juventud es un defecto que se corrige con el tiempo”, así que mejor tomarse este paso con calma.

La metáfora vale también para los países que, como Costa Rica se encuentran en una encrucijada histórica en su proceso de desarrollo y en esta caso en la definición de su política de comercio e inversión.

Mirando atrás: Costa Rica y 20 años de desarrollo


Los veinte años que celebran hoy COMEX y PROCOMER representan veinte años de profundas transformaciones en la economía costarricense.

En veinte años, la riqueza del país se ha más que cuadriplicado, pasando de 12 000 a 51 000 millones de dólares.

En veinte años, Costa Rica ha multiplicado por siete las inversiones extranjeras, pasando de 430 a 3000 millones de dólares.

Con el impulso de los flujos de Inversión Extranjera Directa, no solo se ha triplicado el valor de las exportaciones en los últimos 20 años, sobrepasando los 10 mil millones de dólares, sino que –y esto es más importante aún—se han generado miles de puestos de trabajo de alta calidad, más productivos y mejor pagados.

Costa Rica se encuentra hoy en día en la segunda posición - después de Uruguay - en términos de número de empresas exportadoras per cápita y en primera posición en cuanto al crecimiento del número de empresas exportadoras.

Los índices de pobreza que afectaban a uno de cada dos hogares en 1960 se redujeron a un tercio en los 90 y ahora está cercano al 20% de los hogares.

¿Dónde encontramos las raíces de estas transformaciones?

La respuesta es doble. Diría que gran parte de estos cambios vinieron de la mano con una política de mayor apertura al comercio y la inversión que trajo nuevas oportunidades a Costa Rica. Los inversores extranjeros fueron atraídos por un clima de inversiones estable y predecible.

Pero a estas demostraciones de apertura comercial se aunó la historia política, que la convierte en una de las democracias más antiguas y estables de América Latina.

En 1948 Costa Rica decidió suprimir su ejército. Desde esa fecha, el capital que hubiera alimentado al ejército permitió financiar universidades públicas, hospitales e infraestructuras.

Costa Rica goza de una tasa de alfabetización del 97% y una esperanza de vida de casi 80 años—ambas entre las más altas del planeta. Más educación redujo el analfabetismo y a la larga fomentó la innovación en el país.

Fueron estos ingredientes los que crearon las condiciones para la llegada de empresas como Intel, que ha establecido en Costa Rica uno de los mayores centros de investigación y desarrollo en tecnologías de la información y servicios globales para las empresas informáticas.

Costa Rica es hoy más competitiva porque ha invertido en educación y en innovación. El sistema educativo costarricense es el de mejor calidad en América Latina (WEF 2014) y el país ocupa el segundo lugar en América Latina en el Índice Global de Innovación (OMPI 2015).

No solo eso; ha sabido sacar provecho de estas transformaciones.

Veamos el panorama comercial con más detalles.

En los últimos 20 años, Costa Rica ha construido una plataforma formidable de comercio exterior con catorce Tratados de Libre Comercio que representan en conjunto más del 80% del comercio del país. Estos acuerdos han abierto nuevas oportunidades a empresas costarricenses, la mayoría de las cuales con PYMES. La apertura comercial y el clima estable de inversiones han hecho más fuerte a Costa Rica.

En el siglo XXI exportar requiere de importar. Un exportador fuerte es quien también puede importar insumos para transformarlos localmente y exportar mayor valor añadido. Pero además, las exportaciones de valor añadido requieren del acceso de las PYMES a servicios financieros, de telecomunicaciones, de distribución o de logística de calidad. Esto también se ha visto favorecido por la apertura de estos servicios a la competencia.

Paralelamente, Costa Rica se ha generado una identidad comercial a través de su marca país “Esencial Costa Rica”, un lema que resume el carácter tico de articulador de valor, autenticidad y concentración de belleza natural y talento humano. Esa marca país sirve para promover el comercio de bienes y el de servicios, representado sobre todo por el turismo, otro de los ejes de crecimiento del comercio del país.

El tercer ingrediente es una política activa de promoción del comercio y de la inversión a través de PROCOMER y de SINDE. No se trata solo de abrir oportunidades comerciales y de inversión. Se trata también de transformarlas en más y mejor comercio. El Centro de Comercio Internacional realizó recientemente un benchmarking de PROCOMER. A día de hoy, luego de haber evaluado a más de 50 instituciones de todo el mundo a través de este programa, PROCOMER lidera el ranking con la puntuación más alta. Esto se ha visto recompensado con el premio a la mejor Organización de Promoción del Comercio y la Inversión de países en desarrollo que PROCOMER acaba de recibir de manos de la Red Mundial de OPCIs reunida en Marrakech la semana pasada. Instituciones fuertes son esenciales para apoyar la internacionalización de las PYMES.

La combinación de estos tres elementos ha contribuido a la diversificación de las exportaciones así como de los países de destino. Han aumentados las exportaciones de frutas como el banano a Europa. Han aumentado las exportaciones de tecnología a Estados Unidos. Han aumentado las exportaciones de productos agroprocesados a China. Llegan más turistas europeos.

La encrucijada: Costa Rica en los próximos 20 años


Pero como dice el tango de Carlos Gardel, “veinte años no son nada”. Ahora se trata de trazar la senda para el crecimiento futuro.

Y esta senda no está exenta de dificultades. Vivimos un momento de cuestionamiento de la globalización. Resurgen llamados a un mayor nacionalismo económico, al proteccionismo comercial, al rechazo a las élites, a la construcción de muros para frenar la inmigración.

Se nos olvida que es en estos últimos veinte años cuando más de mil millones de personas han salido de la pobreza extrema y que de aquí al 2030 nos hemos comprometido a erradicarla, tarea hasta hace poco impensable.

No podemos hacer oídos sordos a las críticas. Pero nuestra tarea es proponer soluciones que ofrezcan una repuesta a quienes han perdido o no han podido sumarse a la globalización. Permítanme compartir con ustedes algunos ingredientes para asegurarse un comercio en beneficio de todos.

El primer ingrediente es más globalización. Hoy es nadar contra corriente pero digo esto porque el eje fundamental de la globalización ha sido la tecnología y esta va a seguir avanzando. La tecnología permite hoy empoderar y conectar a millones de personas a la sociedad y a la economía. Pensemos las oportunidades que el comercio electrónico ha abierto a pequeños productores que pueden vender directamente a clientes sin necesidad de intermediación. Pensemos en las oportunidades que la tecnología ofrece para la inclusión financiera. O como esta tecnología permite a pequeñas economías como la costarricense montarse en cadenas de alto valor añadido como el sector audiovisual sin importar su tamaño o su distancia de mercados consumidores.

En esta fase de mayor globalización tecnológica economías pequeñas y abiertas como la costarricense se enfrentan a un triple reto: competitividad, sostenibilidad e inclusión.

Participación en el comercio internacional con más valor añadido necesita de una atención permanente a la competividad internacional, a la capacidad de las empresas a competir, a cambiar y a conectarse. Por eso el ITC ha desarrollado una serie de herramientas para ayudar a los paises y a las empresas a evaluar su competitividad internacional y a mejorarla. El Ministerio de Comercio necesita ser parte de un ecosistema nacional donde se debate, se mide y se adoptan políticas de fomento de la competitividad.

El segundo reto es la sostenibilidad. No vale comercio a cualquier precio. Cada vez más las sociedades, los consumidores, buscan un comercio que sea sostenible desde el punto de vista medioambiental, social y de protection del consumidor. Nuevamente este es un sector en el que Costa Rica tiene gran potencial, dada su sensibilidad medioambiental. Y las empresas costaricenses tienen posibilidad de capturar más valor añadido ofreciendo productos y servicios más sostenibles. Esto requerirá esfuerzos por parte de las PYMES, y habrá que acompañarlas. Pero creo que hay una gran oportunidad en vincular el comercio a la marca país y crear una especia de marca privada de calidad y compromiso sostenible propia.

El tercer reto para el comercio es el de la inclusividad, el de la integración de PYMEs, de jóvenes emprendedores y de mujeres empresarias en el comercio. Las PYMEs representan más del 90% del tejido empresarial, crean alrededor del 70% de los empleos y contribuyen de manera notable a la creación de riqueza nacional.

Porque son más ágiles y flexibles y están dotadas de una alta capacidad de adaptación en su estructura productiva. Porque son innovadoras. Porque ayudan a distribuir mejor los beneficios del comercio.

El comercio de calidad debe ser inclusivo, sin dejar a nadie rezagado. Gran parte del potencial del comercio se desperdicia porque actores como las mujeres o jóvenes no pueden participar plenamente en este proceso.

¿Qué tanto se está desaprovechando? Para darles una idea, si las mujeres participaran plenamente en la economía, supondría agregar un nuevo Estados Unidos y China a la economía global. Por eso hemos lanzado la iniciativa SheTrades a la que invito a actores públicos y privados a unirse.

Este es un reto al que se enfrentan tanto Procomer como Comex. Pero es uno al que ellos solos no pueden dar repuesta. La inclusividad del comercio pasa por la creación de un ecosistema que identifique el potencial exportador, capacite al o a la empresaria y le acompañe hasta el mercado, ya sea directamente o encadenándolos a exportadores nacionales.

Todo esto es lo que hará falta en los próximos veinte años con más globalización. El segundo ingrediente de un nuevo modelo de globalización es más redistribución.

Si no se toma en cuenta que habrá personas que saldrán perdiendo con el avance de la globalización, el presente estará condenado a repetirse. Debemos repensar urgentemente cómo lidiaremos con el problema de la desigualdad en nuestras sociedades. Y este es también un reto para Costa Rica en la que la desigualdad se ha quedado estancada.

Esto implica reducir la brecha entre urbanos y rurales, entre hombre y mujer, entre jóvenes y adultos, entre sector formal y sector informal. Y esta no es la tarea propia del Ministerio de Comercio, o del comercio. Es de la acción del país, del sector público y privado.

Reducir la desigualdad implica brindar las mismas oportunidades a una persona que en San José y a una en Guanacaste. Educación, formación profesional, herramientas para aprender durante toda la vida profesional. Sistemas impositivos justos y lucha contra la evasión fiscal. Sistemas de protección social efectivos, experimentando incluso con una renta básica universal. Ahora bien, no se trata sólo de gastar más, hay que gastar mejor y reformar constantemente nuestros sistemas sociales para que se ajusten a las cambios constantes en nuestras sociedades.

Finalmente, el último ingrediente de esta "receta” es más atención a los valores y principios que sustentan nuestra sociedades. Solidaridad, dignidad, respecto por los derechos humanos que han de ser la base de nuestra sociedad, y también de nuestro sistema comercial.

En última instancia, el objetivo último del comercio es el desarrollo humano. Es con esta vara con la que se medirá Costa Rica en los próximos veinte años.

El ITC está orgulloso de la colaboración que mantiene con COMEX, PROCOMER y con el Gobierno de Costa Rica. Sois para nosotros un ejemplo y una fuente de inspiración. Mis mejores deseos para todos ustedes.

Muchas gracias por su atención.